lunes, 28 de febrero de 2011

La semana fantástica en la charca de los sapos corredores

Aún no es primavera en este rincón de la sierra baja madrileña, pero ya ha llegado la semana fantástica para los sapos que pacientemente esperaban enterrados bajo su piedra.Hace solo un par de semanas que la nieve cubría su entorno y el hielo penetraba en la tierra. Luego vino una semana de tiempo cálido y otra vez precipitaciones, pero esta vez de agua. Es la señal que los sapos necesitaban, que la humedad llegase a sus escondrijos. Fuera, en la superficie, los ranúnculos empiezan a florecer aún tímidamente, marcando en los prados inundados los pequeños arroyos por donde circula el agua. La semana final de febrero y primera de marzo, si el clima acompaña, son las ideales para iniciar la reproducción para varias especies de sapos y las ranas de San Antonio en esta zona.
Las noches son aún muy frías, apenas tres o cuatro grados por encima de cero, pero si no hace viento son las condiciones ideales para "calentar" la sangre de los machos de sapo corredor.
¡Ah! nuestro protagonista es un sapo corredor, cuyo nombre científico es Epidalea calamita, aunque en algunos libros se encontrará como Bufo calamita.Nuestro macho caminará derecho hacia el lugar donde estaba la charca que le vio nacer en forma de renacuajo, despreciando otras igual de idóneas que podrá encontrar por el camino. Si tiene suerte no morirá en alguna carretera, ni encontrará ninguna golosa cigüeña o algún otro depredador natural y, casi con más suerte aún, encontrará que su charca no ha sido ocupada por un polígono industrial, una nueva carretera o por una urbanización.No vale cualquier charca, debe ser de escasa profundidad porque a los sapos corredores les suspendieron en el curso de natación impartido en la escuela de la Selección Natural. Eso sí, sacaron matrícula de honor en supervivencia en ambientes adversos y oportunismo. Así, igual pueden críar en charcas de la sierra con aguas blandas, como lagunas costeras con cierto grado de salinidad.
Si el tiempo no hubiese sido tan propicio habría esperado a que se dieran mejores circunstancias, aunque sea en el mes de mayo o más tarde aún. De hecho, no todos los sapos corredores han salido estas noches a buscar pareja, otros quedaron esperando mejor ocasión. Así, si una repentina helada o sequía terminase con las puestas de estas fechas, aún hay otros dispuestos a perpetuar la especie algo más adelante.

Al llegar a la charca el sapo corredor se pondrá a cantar un "ra-ra-ra-ra" al que pronto se irán uniendo otros cantores formando un verdadero coro. Sí, un coro de sapos no es lo mismo que la superposición de cantos individuales al azar, cada uno tiene su momento de entrar en la melodía y forman una canción concreta, aunque decididamente muy monótona.El coro ayuda a que las hembras localicen el lugar de la puesta y, una vez en la charca, por los tonos de voz, las hembras son capaces de diferenciar a los más grandes y fuertes.
El macho no tiene muy buena vista e intentará montar a cualquier animal de tamaño similar al suyo. Si es otro macho ya se encargará de emitir un grito de rechazo y si es de otra especie, intentará zafarse a su propia manera.
Es posible que intente montar a una hembra ya "ocupada" y el primer macho intentará separarlo dándole unas buenas patadas y empujones.

Cuando la suerte le lleve a montar a una hembra receptiva la sujetará metiendo sus patas delanteras por debajo de sus axilas (amplexus axilar). Por eso los machos de los sapos se suelen diferenciar de las hembras por tener los brazos más gruesos y musculosos.Cuando la hembra empieza a poner los cordones de huevos el macho también coloca sus patas traseras de una manera especial, como se aprecia en la foto anterior, masajeando la parte inferior del vientre de su pareja, a la vez que derrama su esperma sobre ellos.
Así irán cambiando de posición en la charca dejando tras ellos unos larguísimos cordones dobles que, a su vez, tienen dos filas de huevos en su interior. En unos días nacerán los renacuajos que se desarrollan hasta la metamorfosis en un tiempo record, pero esa es otra historia, que llegará a su debido tiempo.
Otros datos para el cuaderno de campo:
- En la misma charca y en otras próximas estaban criando las ranitas de San Antonio, Hyla moyeri (antes llamada Hyla arborea) y los sapos de espuelas, Pelobates cultripes.
- También se dejaron ver hembras de tritón pigmeo, Triturus pygmaeus y algún gallipato, Pleurodeles waltl.

Si quieres saber cómo crecieron los renacuajos de estos sapos mira la siguiente entrada pinchando AQUÍ

domingo, 20 de febrero de 2011

Cada año más aves urbanas pero menos gorriones

Este sábado he tenido el placer de volver a participar en el programa "Futuro Verde", de Miguel del Pino, que ahora se emite en Gestiona Radio.


Polluelo de gorrión común, Passer domesticus,
asomado a una caja nido en mi jardín

Bien, pues durante y después del programa hablé con Miguel sobre la preocupante disminución en el número de gorriones en nuestras ciudades. Se han dado muchas posibles razones, quizás ninguna explique del todo el por qué del proceso, pero todas en conjunto contribuyan a ello. En otras ciudades europeas se ha hablado de infecciones masivas, aunque, como decía Miguel, no se ven gorriones enfermos. También es muy posible que la limpieza urbana contribuya a la disminución de alimento disponible, aunque esto no ha sido inconveniente para que otras aves entren en las ciudades y sean cada vez más abundantes.


Macho de gorrión común, Passer domesticus, en una ristra de cacahuetes de mi jardín.

Otra posibilidad es la competencia con estas otras aves, incluso la depredación directa de los nidos por parte de las urracas, por ejemplo, o la destrucción de éstos por cotorras y estorninos.
Paloma doméstica, Columba livia, en el parque de El Retiro, de Madrid.


Pero me temo mucho que lo que esté jugando un importante papel sean los piensos anticonceptivos que se usan en algunas ciudades en la lucha contra las palomas domésticas. Los gorriones tienen fácil acceso a la comida que se les pueda poner a las palomas, incluso diría yo que se comerán la mayor parte de ese pienso. No sabemos a ciencia cierta donde y cuando se están utilizando, pero este tipo de productos son muy difíciles de controlar una vez puestos en el medio ambiente. No me gusta nada que maten a ningún animal, pero me da más miedo liberar productos químicos con ese potencial.
Grupo de palomas torcaces, Columba palumbus en una urbanización de Alpedrete, Madrid.


Es curioso, hace años, los amantes de los pájaros que ponían cajas nido y comederos en parques y jardines, consideraban a los gorriones elementos indeseables por la competencia con especies más "nobles". Yo ahora soy feliz pudiéndoles ofrecer ambas cosas.
Tórtolas turcas, Setreptopelia decaocto, en una calle de Alpedrete

Otras aves de la familia de las palomas, como las torcaces y las tórtolas son, en cambio, cada vez más abundantes. Las torcaces están dejando de migrar y han dejado de ser interesantes para los cazadores que esperaban en los "pasos de paloma" para disparar, cómodamente sentados desde su escondrijo, a las bandadas que intentaban superar las cadenas montañosas por determinados valles. Se ha hecho una selección de lo más directa: paloma que migra muere, paloma que se queda en la ciudad sobrevive.

Quizás estas dos especies de colúmbidos, que anidan y se posan en árboles pero no en edificios, tengan más futuro en nuestras ciudades que las palomas domésticas que están siendo perseguidas por los daños que ocasionan a construcciones y monumentos. Además, aún conservan cierta desconfianza y no acuden tan fácilmente al alimento que se les ofrece.

Mirlo común, Turdus merula en mi jardín.

Las tórtolas turcas están ocupando tanto los jardines urbanos como el campo, en una expansión natural impresionante que posiblemente desplace a la tórtola común. Es una especie bastante más agresiva a la hora de defender su territorio. En este caso, la competencia sí se hace patente.
Urraca. Pica pica, en mi jardín

También ha sido impresionante la expansión de las urracas, tanto en el campo como en la ciudad.

Entre los pocos factores a favor de los gorriones, y toda la fauna en general, está la educación ambiental de los últimos años. Aún recuerdo cuando casi cualquier chaval tenía verdadera obsesión por cazar pájaros a pedradas, con tirachinas o, si se lo podía permitir, con escopeta de aire comprimido. Eso afortunadamente ha cambiado y a pocos se les ocurre ya. Y en el mismo caso se encuentran las ardillas, que poco a poco van reocupando espacios perdidos y poblando nuevos parques y jardines de urbanizaciones. Cuando yo era un crío la ardilla aparecía en una colección de cajas de cerillas como "caza menor". Algo nos hemos civilizado.
Urraca acosando a una ardilla en el Parque de El Retiro de Madrid

Estorninos, mirlos, petirrojos, carboneros y otros páridos, lavanderas, cernícalos y halcones se dejan ver cada vez más en grandes ciudades. Sin embargo, los puramente insectívoros como aviones comunes y vencejos se hacen más escasos por la falta de alimento.
Estornino, Sturnus unicolor, en mi jardín.
Y entre los más exóticos hay dos especies de loros cada vez más abundantes, las cotorras argentinas y las de Kramer. Aunque en Madrid y su entorno creo que solo cría la primera de ellas, en otras ciudades de clima más cálido se ven las de Kramer, periquitos australianos e inseparables, además de tejedores, ruiseñores del Japón y alguna otra especie más, todas ellas no por su expansión natural sino por la suelta o escape de pájaros de jaula.

Joven cotorra argentina, Myiopsita monachus, en la Casa de Campo, de Madrid, alimentándose de los gálbulos de una tuya.

Especies acuáticas urbanas.

Soy lo bastante mayor como para recordar cuando a Madrid no llegaban las gaviotas. He vivido más de 30 años en un piso al lado del río Manzanares y el primer año que llegaron las gaviotas reidoras fue para mi todo un acontecimiento. Me recuerdo dibujando apuntes en un cuadernillo y luego en casa buscando con manos temblorosas en la guía de aves, para salir de dudas. Las veía llegar a mediados de octubre. No puedo decir cuando se iban, pero los días anteriores a desaparecer ya se veían algunos ejemplares con la cabeza de color negro. Con los años he sido testigo de la llegada también de alguna gaviota sombría despistada, cuyo número iba cada año en aumento y, por fin, las patiamarillas que no son nada fluviales, pero que también se han sumado a esta migración interior. El cambio definitivo ha sido mucho más reciente, algunas gaviotas se quedan incluso en verano. El alimento disponible en los basureros tiene mucho que ver con ello, igual que para las cigüeñas no migradoras.
Gaviota reidora, Larus ridibundus, en el embalse de Santillana, Manzanares el Real, donde acuden a dormir tras alimentarse en los basureros de Colmenar Viejo, Madrid.

Los cormoranes que se ven en Madrid, en cambio, tienen más que ver con la mejor conservación del río Manzanares, que tiene peces que ofrecerles. Ya lo he comentado varias veces, el mejor sitio para ver cormoranes en la capital es sobre las farolas y en los puentes que hay cerca de la salida de los túneles de la M-30 hacia la carretera de Andalucía.

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lunes, 7 de febrero de 2011

Nuestra perra, Pizca, y el lobo que lleva dentro

Presentando a Pizca


Esta es Pizca, nuestra perra de raza teckel (lo que se suele llamar salchicha) de pelo duro. La foto es de cuando llegó a nosotros con unos tres meses, ahora tiene seis años.Como ya conté en la entrada dedicada a mis mastines, "Adiós, mastines, adiós", Pizca llegó a casa para superar pérdidas, de anteriores perros, tanto para nosotros como para nuestra mastina, Bola. También hablé de ella y puse un minivídeo en una entrada llamada "Fin de semana blanco".

Queríamos tener un perro que pudiese estar la mayor parte del tiempo dentro de casa, no como los mastines, y que fuese rústico para disfrutar de nuestras caminatas campestres. Pizca nos da todo eso y mucho más, con ella el aburrimiento no existe.

Aunque su pelo debería ser duro para meterse entre las zarzas sin quedarse enganchada, pues los cazadores usan a esta raza como perro de matorral, la verdad es que no es así y entre sus lanas trae del campo toda clase de palitos, semillas y "arrancamoños" varios, como un muestrario de las plantas del lugar que utilizan a los animales para la dispersión de sus semillas (zoocoria).

Como pasa muchas horas en el exterior, tanto en el jardín como en nuestros paseos, sin importarle empaparse en los charcos y en la nieve, incluso disfrutando de ello, le dejamos el pelo largo durante el invierno, pero se lo cortamos en cuanto llega la primavera. Parece otro perro, hasta el color es diferente, al verse la capa de pelo más interna.Pizca no cambia nunca el pelo de manera natural, pues es de crecimiento continuo, por eso es obligado el paso por la peluquería. La gran ventaja es que así no mancha la casa con sus pelillos caídos.

Y una vez terminadas las presentaciones paso al tema que da título a esta entrada. Sobre el comportamiento de perros y lobos, y lo que Pizca nos enseña.



Perros y lobos son la misma especie


Gracias a la moderna ciencia que estudia el ADN de los seres vivos se están describiendo nuevas especies animales a partir de poblaciones que suponíamos que eran una sola, aunque externamente apenas si seamos capaces de diferenciarlas. Cualquier naturalista con una mínima afición a los anfibios y reptiles seguro que sabe de qué le hablo. Esa ciencia, cada poco tiempo nos recuerda que el hombre y los primates superiores compartimos la mayor parte de nuestro genoma. Pues bien, esos mismos análisis genéticos nos dicen que perro y lobos son la misma especie: Canis lupus. Ni siquiera está claro que los perros sean una subespecie con el significado que se le da a esa palabra en otros grupos animales. No existe pues la especie Canis familiaris, sino que sería, como mucho, la subespecie Canis lupus familiaris.


Desde luego, quien ve a un chihuahua puede tener sus dudas de que se trate de un lobo, pero no menos que si vemos el mismo perrillo al lado de un San Bernardo. Y esas dudas quedan mucho más disipadas cuando vemos un perro de raza nórdica, como el Alaskan Malamute al lado de un lobo, tan parecidos que en más de una película nos lo intentan colar como tal.


A continuación intentaré explicar dos comportamientos de Pizca y su relación con el comportamiento lobuno. Quedan mucho más, pero tendré que conseguir nuevas fotos y vídeos.




La sumisión o la conducta de cachorro.


Todos los que tratamos con perros estamos acostumbrados a ver la postura de cachorrillo que adoptan nuestras mascotas, no solo cuando tienen unos pocos meses, sino en muchas ocasiones a lo largo de su vida.Panza arriba, con el cuello bien estirado y las patas abiertas nos dejan ver su vientre, que los cachorros tienen además sin pelo. En casos extremos de nerviosismo incluso dejan caer unas gotas de orina sobre su barriga. Es una señal de sumisión total que permite al perro (o humano) dominante asegurarse de que se trata de un cachorro con su olor característico y que no supone ninguna amenaza. De conducta de cahorrro ese acto ha pasado a ser un comportamiento de individuo dominado ante su superior.

Pegar a un cachorro que se orina, preso del nerviosismo, cuando llegamos a casa, solo empeora la situación. Lo mejor es no hacerle caso, ignorarle y esperar a que se calme, para así "decirle" que no necesita someterse hasta ese nivel.

En la foto siguiente Bola, la mastina dominante, olfatea y lame el vientre que le ofrece Pizca.La domesticación del lobo para dar lugar al perro se realizó a base de seleccionar artificialmente caracteres infantiles. Esto es muy evidente en algunas de las razas por su pequeño tamaño, sus grandes ojos y la cabeza chata y redondeada, pero más aún por su comportamiento respecto a nosotros, los humanos, a los que durante toda la vida consideran (o deben considerar) como líderes de la manada y procuradores de alimento.

Otro de los comportamientos típicos de perros respecto a sus amos, es que al recibirlos después de una ausencia, intentan lamerles las comisuras de la boca. Este acto es similar al de los cachorros de lobo (y otros cánidos) por el cual obtienen el alimento que sus padres. Los lametones en las comisuras de la boca provocan la regurgitación del alimento que sus padres traen en el estómago.

Un perro que nos intenta lamer la boca nos está diciendo que para él somos como sus padres, los líderes de la manada, aunque ese acto haya perdido el sentido de pedir comida que tenía originalmente. Por pura higiene no recomiendo dejarse chupar la boca, como no recomendaría oler el trasero a un perro para saludarle, pero no está mal dejarse lamer un poco a un lado de la cara para demostrarles que aceptamos esa situación.

No hay mejor regalo para el dueño de un perro de una raza poderosa, como el mastín, que esa demostración de sumisión por parte de un animal de casi 100 kilos de peso, que nos podría destrozar la cara si él quisiese.


Matar a la presa, ... de trapo.

Los perros son animales cazadores, aunque unas razas lo sean más que otras. El desarrollo de los instintos de caza dependerán también de la educación que sus amos les ofrezcan. Pero incluso en los perros menos cazadores, como Pizca a pesar de su raza, en el juego nos mostrarán las pautas de un depredador.

Pizca, y cualquier perro que corra a por un muñeco de trapo, una cuerda de nudos o una botella de plástico, lo morderá por el sitio equivalente al cuello y lo sacudirá como si fuese una rata o un conejo al que quiere partir la columna vertebral. Es la forma en que un cánido salvaje mata con rapidez a las pequeñas presas. Nada de ahogamientos o desangrado, un golpe seco termina con la agonía de su presa de la manera más rápida y eficiente.

Previamente, si el juguete-presa, es lo bastante grande, habrá una "inmovilización" poniendo su cuerpo encima hasta que le haya hecho un buen apresamiento con la boca.En un cánido silvestre esa es la culminación del acto de caza, posiblemente después de muchos otros intentos fallidos y ese será el inicio de otra fase, la de calmar el hambre. Pero en un perro casero no hay decepcionantes lances de caza fallidos, ni hay agotamiento ni hambre, hay un exceso de energía que se transforma en ganas de jugar y repetirá el "lance de caza" tantas veces como su dueño quiera entretenerse en arrojarle el juguete.

En su libro "Etología del lobo y del perro" David Nieto Maceín da la que para mi gusto es la mejor explicación de los destrozos que los lobos hacen cuando entran en un corral de ovejas. Como cuenta este autor, para que un lobo cace a un ungulado salvaje del tamaño de una oveja, como un corzo, tiene que hacer muchos intentos previos, persecuciones, lances fallidos y superar la defensa que la presa hace de su vida. Eso agota su umbral de energía para la caza y una vez conseguida la pieza, solo queda comerla. Pero en un corral de ovejas la caza está ahí, fácil, sin carreras, sin agotamientos, sin defensa y sin fallos. Los lobos matan con su energía aún intacta y, como el perrillo que va a por el juguete una y otra vez y lo sacude para matarlo, el lobo ataca, mata o hiere a cuanto animal se le pone por delante.

En el siguiente vídeo espero que quede explicado como Pizca me muestra una parte del lobo que lleva dentro, del lobo bueno, naturalmente.