sábado, 24 de julio de 2010

Una existencia al límite: Las siemprevivas

Siempre me han gustado las plantas rupícolas. Son seres adaptados a condiciones límite, tanto en la alta montaña como en latitudes bajas. Se conforman con un mínimo de tierra de la que extraer los nutrientes y aguantan los fríos, la insolación, la nieve y la sequía. Es más, contribuyen a la formación de suelo entre sus raíces y bajo sus hojas, facilitando que otras especies puedan colonizar esos espacios. Ya he tratado en otras entradas sobre los Sedum, que son de la misma familia y parecidos hábitats, pero hoy les toca la vez a las siemprevivas.
Igual viven en un cortado rocoso que en un muro o incluso en los tejados. Este último lugar, por cierto, se ha favorecido por la creencia de que bajo sus aleros, protegen las casas de los rayos durante las tormentas.
Pertenecen al género Sempervivum, incluido en la familia Crassulaceae.
Dos especies mantengo en las rocallas de mi jardín, son especies ibéricas, pero yo las he comprado en el vivero. Sí es verdad que alguna vez las he visto en la naturaleza, pero no me he decidido a recogerlas.
Sempervivum tectorum
La más abundante y fácil de mantener. Se caracteriza por presentar rosetas bastante grandes, comparadas con otras especies, y por tener ápices de las hojas de color rojizo, la mayoría de las veces.Todas las siemprevivas producen abundantes hijuelos en su base mediante estolones y tienden así a cubrir las rocas sobre las que viven. Algunas de estas pequeñas rosetas se sueltan de la planta madre y pueden rodar y colonizar nuevos rincones. Sin embargo, también les llega el momento de la reproducción sexual y entonces se empieza a alargar el tallo... ... hasta formar un ramillete de flores. Aunque el desgaste que sufre la planta hace que la roseta de la base termine muriendo.
Esta especie es quizás la que más abundantes flores produce y la que más abre su ramillete.
Sempervivum arachnoideum

Su nombre proviene de los pelillos que cubren las hojas, que dan la impresión de que una araña ha tejido sobre ella su tela. Si bien en la naturaleza apenas supera los dos centímetros el diámetro de su roseta, en los ejemplares de jardinería, posiblemente híbridos, superan al doble y triple ese tamaño.
En la naturaleza suele ocupar sustratos ácidos pero en jardín, las fotos que pongo a continuación demuestran que sobre roca caliza viven sin problemas. Es más montana que la especie anterior, aunque artificialmente puede colonizar muchos otros sustratos.Las flores de esta especie son más grandes que las de tectorum, pero su ramillete floral es más compacto.
Como en la anterior, la roseta madre termina por morir, aunque eso no nos debe preocupar porque entonces aprovecharán para crecer los hijuelos que hay alrededor de su base.
Creo que la única manera de matar a las siemprevivas es encharcando su base. Parece ser que son bastante propensas a ser atacadas por hongos. Por eso, entre rocas y con un buen drenaje, aunque se mojen a diario, se desarrollarán sin problemas.
Como siempre digo, este no es un blog de jardinería, hay muchos otros lugares en la red donde encontrar información sobre las mejores condiciones de cultivo y las muchas variedades de terraza y jardín.
Aparte de las variedades cultivadas hay cinco especies ibéricas, las ya mencionadas, S. montanum, S. vicentei y S. minutum, más varios híbridos naturales, aparte de otra especie, S. calcareum, que puede que se encuentre en la Cordillera Cantábrica o en Pirineos. Es muy parecida a S. tectorum pero con flores de color blanco-amarillento. Sus poblaciones más próximas están en el Sur de Francia.

domingo, 4 de julio de 2010

Nenúfares, ninfas de estanque en el jardín

Sin duda los nenúfares son unas de las flores más bellas que se pueden tener en un estanque de jardín. Los antiguos naturalistas que le dieron nombre, seguramente antes que Linneo, en un arrebato de romanticismo asociaron esta belleza con las mitológicas ninfas. Estas se relacionan con los medios acuáticos, siendo protectoras y con capacidad de despertar los acontecimientos naturales, como la floración, fructificación y germinación de las semillas.

El nombre científico es Nymhaea alba, pues blancas son las flores de la especie silvestre en Europa y norte de África. Sin embargo, en jardinería, por selección e hibridación con especies exóticas, se han conseguido gran variedad de colores y tamaños de flores y hojas. Sus flores se suelen autofecundar, pues aunque también puede haber insectos que lo polinicen, yo nunca los he visto hacerlo. Igualmente tampoco puedo decir que hayan producido semillas en mi estanque, pues si bien la literatura dice que madura en el agua y que las semillas germinan sumergidas, la información que tengo de algún experto en estanques es casi contraria. Es decir, que fructifican, maduran y luego germinan solo cuando el nenúfar queda en seco. Esa teoría me gusta más, pues encaja muy bien con una forma lógica de supervivencia: reproducirse asexualmente cuando las condiciones son buenas, es decir cuando permanece sumergida la planta y sexualmente cuando hay sequía, siendo la semilla una forma de resistencia. Pero no puedo decir que sea más cierta una que la otra.
Además de nenúfares blancos, amigos "estanqueros" me regalaron plantas de flores amarillas y rosas que no me canso de admirar cada primavera hasta prácticamente entrado el otoño.
Flores de ida y vuelta

Los nenúfares tienen la curiosa costumbre de cerrarse a la caída de la tarde. Precisamente, uno de los mejores recuerdos que tengo de esta planta es cuando lo vi por primera vez en unos largos estanques que antes había en el parque de El Retiro de Madrid. A medida que avanzaba la sombra sobre decenas de flores, éstas se iban cerrando para pasar la noche a buen recaudo.

Ahora he podido disfrutar de ese espectáculo en numerosas ocasiones en otros lugares y en casa, pero no deja de encantarme. Es curioso que los días nublados las flores se abren como todos los días, pero no sienten de igual manera la caída de las sombras y se cierran mucho más tarde. Posiblemente sus "detectores de luz", que ponen en marcha el cierre de las flores, no funcionen por la propia intensidad lumínica ni por el tiempo transcurrido, sino por contraste sol/sombra. O quizás es que la ninfa se distrae. Las flores duran hasta una semana abriéndose y cerrándose cada día.

Otra anécdota relacionada con esto es que cuando viajé al Amazonas pude observar las enormes hojas y flores de la hermana mayor de nuestros nenúfares, la impresionante Victoria regia. Esta especie es de floración nocturna y tiene la curiosidad de que las flores al cerrarse atrapan a unos escarabajos que tienen que quedarse todo el día dentro. Así se cargan de polen, para que la noche siguiente fecunden las primeras flores donde se posen.

Cualquiera que haya cultivado nenúfares en su jardín y los haya sacado para limpiarlos o dividirlos, habrá podido observar sus rizomas, gruesos, carnosos y retorcidos, que resultan algo denterosos. De ellos salen numerosas raíces también bastante gruesas que tienen una impresionante capacidad de agarrarse a los cantos rodados del fondo. De esa manera supongo que los nenúfares silvestres se lastran para no ser arrastrados cuando hay riadas. Sacar un nenúfar que lleva varios años en un estanque es toda una aventura, pues se apoderan de todas las macetas y piedras formando un entramado casi imposible de dividir, si no es atancándolo con cuchillos bien afilados.
No he leído nada sobre esta manera de atrapar las piedras ni en libros ni en páginas web, en cambio, si repiten muchas otras cosas. Una de ellas, es que "los tallos subterráneos son usados a veces como alimento en el norte de Europa". También suele decirse que en los conventos se utilizaba como antiafrodisíaco, para aplacar los ardores sexuales de los monjes y mantenerlos lejos de "las otras ninfas". Al parecer para ello se usaban las flores en infusión. También se dice que las semillas tostadas pueden ser un sustituto del café.

Los conventos, en efecto, tenían estanques con nenúfares. En ellos cultivaban principalmente carpas y tencas, para poder comer pescado fresco y propio en tiempos de cuaresma, en los lugares donde no había mar cerca.
También en nuestra geografía hay un nenúfar de flores amarillas, aunque más discretas, que no he conseguido adaptar a mis estanques, que es Nuphar lutea.

Como puede verse en la última foto, el mayor destroza-nenúfares es una buena tormenta de granizo. Por lo demás los nenúfares son el posadero preferido para las ranas, libélulas y muchos otros insectos acuáticos, son un salvavidas para los animalillos que puedan caer al agua y sombrean en estanque evitando el excesivo desarrollo de las algas. Son un punto de atracción en el jardín y, como las ninfas mitológicas, anuncian la primavera.