domingo, 13 de junio de 2010

Las víboras hocicudas y yo en Telemadrid

Como os anuncié hace unas semanas, el domingo 23 de mayo se emitió un programa de la serie "Instinto Animal", en Telemadrid en el que participé hablando de las víboras madrileñas. El programa trataba sobre animales venenosos en general y llevaba por título "Dáme veneno".

El programa completo tiene una media hora de duración y mi participación unos diez minutos. El resto del programa trata de serpientes exóticas, escorpiones y arañas principalmente, más bien dentro del campo de la terrariofilia, que no es tema de este blog. Dado que Telemadrid no tiene una videoteca consultable on line para poderos remitir a ella, que creo que sería lo adecuado y legal, me limito a poneros mi colaboración.

Para lo que es ese programa, con continuos movimientos y cambios de plano, que me dejaran permanecer tanto tiempo hablando de lo mismo es muy de agradecer. La verdad es que me lo pasé bien con los técnicos (cámara y sonido) y con la presentadora, Carolina Rueda, a pesar de que el tiempo no acompañó y, como era de esperar, no vimos ninguna víbora.

El 30 de abril, que fue el día de la grabación, amaneció nevando en la parte alta de la Sierra de Guadarrama y tuvimos que optar por refugiarnos en algún valle de la vertiente sur donde sabía que se habían visto víboras. Fue imposible, un viento muy fuerte, lluvia intermitente e incluso granizo no es lo más adecuado para que las serpientes salgan a pasear. Y eso que la época es la propicia para haber visto peleas entre machos, cortejos y cópulas. Salir a ver serpientes es una utopía, pero ir a ver víboras y grabarlas en solo tres horas es de ilusos.
Me grabaron contando muchas cosas que no han sido emitidas. Entiendo que para el público general no tienen tanta importancia y se ha seleccionado lo más representativo. Además, me habría comido el programa entero, que tampoco es plan. Por eso hago esta entrada, fundamentalmente para completar las cosas que allí no aparecen.
En la Península ibérica hay tres especies de víboras:
- Vipera seoanei que se distribuye por la cordillera cantábrica, que fue muchos años confundida con la especie del resto de Europa, Vipera berus. Es la más grande, pero quizás la menos venenosa.
- Vipera aspis, de distribución pirenaica, la más agresiva y pequeña, y
- Vipera latasti, la víbora hocicuda, la que tenemos Madrid y por eso la protagonista del programa, que se distribuye por todo el resto de la Península.

En realidad, decir que se distribuye por toda la península es una ilusión, pues sus poblaciones son escasísimas, aisladas y en muchos lugares en peligro de extinción. Por cierto, ese mapa procede del Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España que la Asociación Herpetológica Española hizo para el Ministerio de Medio Ambiente y se publicó en el 2002.
Centrándonos en Madrid, el mapa que muestro más abajo procede de un atlas del que fui autor en el año 1988. Dudo mucho que sea representativo de las poblaciones actuales. Las víboras hocicudas se van quedado el poblaciones aisladas en las montañas (Peñalara, Cuerda Larga, Siete Picos, Peguerinos), quizás baje por el límite con la provincia de Ávila y en la Sierra Norte, junto a Guadalajara, donde posiblemente estén las poblaciones más estables.

Uno de los temas que para mí son más interesantes de la biología de las víboras, y que no aparece en el programa, es su ovoviviparismo. Esto quiere decir que los huevos se incuban en el interior de la hembra. Las especies ovovivíparas suelen tener menos crías que las que ponen huevos, la eclosión está más asegurada, pero la madre dedica más esfuerzo a su cuidado. La hembras cargadas de huevos son más torpes y tienen que pasar más tiempo tomando el sol. Eso, como comento en el vídeo, las lleva a permanecer en carreteras y caminos despejados más de lo recomendable para su seguridad.
El ovoviviparismo ha permitido que algunas especies ocupen distribuciones geográficas más frías que el resto de los reptiles, tanto en latitud como en altitud. En España tenemos el caso de las víboras, además de la lagartija vivípara, Zootoca (=Lacerta) vivipara, y del lución, Anguis fragilis. Igualmente esas especies, aunque cambiando nuestra víbora por V. berus, son las que en Europa suben más al Norte, incluso hasta el Círculo Polar. Y lo mismo ocurre con las salamandras, pero eso será tema de otra entrada.

¿Cómo es posible esto? Pues casi con seguridad porque al ser la madre la que traslada los huevos en su interior, los pone a salvo de posibles heladas e inundaciones y con su búsqueda activa de los lugares soleados, hace posible que se incuben en un tiempo prudencial. Quizás esa adaptación al medio frío sea una de las causas de su futura extinción, debido al cambio climático, como hace unas semanas se nos dijo en un estudio científico realizado con lagartos de todo el mundo.
No voy a repetir más cosas de las que se dicen en el vídeo, pero para diferenciar a las víboras de las culebras, dejo un dibujo que hice para otro de mis trabajos, el libro "Los Anfibios y Reptiles de
Madrid(1989).A la izquierda se ve a la culebra viperina, Natrix maura, distinguiéndose las grandes escamas de la cabeza, y a la derecha la víbora, con la pupila vertical y las escamas cefálicas pequeñas.

También saco del mismo libro una foto de hocicuda que hice en Cabezas de Hierro. Estaba en medio del camino de Cuerda Larga y Javier Barbadillo, que iba delante de mí, pasó sobre ella sin enterarse y sin que ella se asustara. Puede verse otro carácter distintivo: en una parte del cuerpo, cerca de la cabeza, la línea negra es en zig-zag, pero hacia medio cuerpo esa línea se convierte en una sucesión de círculos u óvalos, como un rosario. El zig-zag, además, es un carácter compartido por otras especies inofensivas.
Hay muchas víboras melánicas, luego si vemos una serpiente completamente negra es muy posible que se trate de una víbora.

Por último, la recomendación: Cuando veas una serpiente en el campo, no te acerques para apreciar esos detalles, déjala tranquila y observa desde prudente distancia. Todas tienden a huir, quizás las víboras sean las de respuesta más lenta, pero una vez superada una distancia mínima estamos expuestos al ataque.

martes, 8 de junio de 2010

El estornino de cola blanca

En una de mis primeras entradas, hace más de un año, mostré un gorrión con plumas blancas en un ala y comenté que tenía controlado a un estornino con la cola blanca que no había podido fotografiar decentemente. Hoy os lo puedo enseñar.
No es que estas fotos sean buenas, pero valen para documentar la presencia de tan curioso animal. Aparco casi a diario frente a la casa donde está la entrada del nido, entre una viga y el muro de la fachada. La casa quedó a medio construir y las aves tienen relativa tranquilidad. A una distancia prudencial, impuesta por la propia parcela, puedo observar el trajín de idas y venidas del pájaro trayendo comida a sus hijos. Si no salgo a dar un paseo, como allí espero a que mi hija salga del colegio, durante unos 20 a 25 minutos, puedo dedicarme a controlar la frecuencia de entradas.Descubrí tan singular ave en el año 2007 y luego en el 2008 volví a verla anidando en el mismo lugar. En cambio, en 2009 el nido fue ocupado por una pareja de estorninos de coloración normal y, por cierto, fui testigo de como fue depredado por una urraca.

Este año ha vuelto a ocuparlo la "estornina" de cola blanca. ¿Pero por qué digo estornina? Pues supongo que es una hembra porque en el 2008, que fue el año que mejor pude verla, controlé el número de cebas que hacían los dos miembros de la pareja y mientras que el de cola blanca entraba en el nido cada cuatro minutos por término medio, el ejemplar ¿macho? de coloración normal, lo hacía cada 15-20 minutos al menos. Sin embargo, mala suerte, fue el único que conseguí fotografiar decentemente, es éste de la foto siguiente.

Ahora anda de nuevo criando la estornina de cola blanca, pero aún no he visto a su pareja. Ignoro si hace caso omiso de sus hijos, si ha muerto o si no he estado observando el nido el tiempo suficiente.

A veces es impresionante lo poco que tarda en volver después de una ceba, apenas dos minutos. Supongo es que cuando encuentra una fuente abundante y cercana de alimento. Como es tan fácil de identificar, la he reconocido al verla en el césped de un jardín a apenas 200 metros, buscando lombrices, y también en un rincón de otro jardín de la misma urbanización donde ponen comida para los gatos callejeros en lo alto del muro. Gran número de pájaros se aprovechan de la situación, especialmente urracas, mirlos y, como no, los estorninos.

El nombre científico de los estorninos negros es Sturnus unicolor, pero ésta no hace honor a su nombre, más bien sería un "Sturnus bicolor".

Más información sobre este estornino en la siguiente entrada del 2011
http://notasdecampoyjardin.blogspot.com.es/2011/05/otra-vez-el-estornino-de-cola-blanca.html

miércoles, 2 de junio de 2010

Los secretos de las orquídeas

Un tranquilo paseo por la Sierra de Guadarrama, en las laderas de la Maliciosa, con Javier Barbadillo y Carmen nos ha proporcionado no solo una agradable conversación y ejercicio físico, sino la oportunidad de disfrutar y aprender juntos de la naturaleza.

Estamos en nuestro ambiente, tan pronto fijándonos en la lagartija roquera como en escarabajos y sencillas flores que guardan interesantes secretos.

Me aprovecho del conocimiento de Javier sobre la flora de la Sierra para que me ayude a identificar esta orquídea, Orchis mascula, que ahora domina las laderas de la sierra cerca de los 2.000 metros de altitud, con sus espigas violáceas, entre brezos y gayubas. Es una flor humilde, que no llama especialmente la atención y que hace falta acercarse a ella para apreciar su sencilla belleza. Bajo tierra, escondidos como si les diese vergüenza, tienen un par de tubérculos pareados como una pareja de ... ¡testículos! Pues sí, el nombre griego de los testículos, "orchis" es el origen del nombre de tan sofisticadas flores.
Otra característica de las orquídeas son sus flores, tremendamente modificadas y evolucionadas. Pierden la simetría radial de otras más simples y se transforman. Uno de los pétalos está muy modificado y ha creado una especie de pista de aterrizaje para los insectos. Esta orquídea no es de las que imita a abejas con diseño y olor para que los machos intenten fecundarlas, pero ofrece en la parte trasera un espolón en el que encuentran néctar para tentarlos, si bien no por el sexo, sí por la llamada del estómago.

Cuando una abeja o cualquier otro insecto se posa en esa parte ensanchada del pétalo, llamada labelo, y entra intentando alcanzar el néctar, la orquídea no se conforma con impregnarlo de polen, lo que hace es ponerle una especie de pegajosas banderillas en la cabeza, cara o trompa. Son los polinios, esa especie de mazas que se ven en la foto inferior, que van cargadas de granos de polen.

Para mostrárselo a mi hija, y a vosotros, he introducido un palito en la flor y ha salido con las dos piezas pegadas.
Apenas sale el insecto de la flor, empiezan a degradarse y secarse las columnas con que se pegaron al insecto y cuando vuelve a entrar en otra flor los polinios caen en los estigmas para fecundarla e intentar asegurar otra generación de orquídeas.
Las orquídeas producen miles de minúsculas semillas, tan pequeñas como esporas, que arrastra el viento intentando colonizar nuevos suelos. Pero pocas llegan a germinar, porque no solo necesitan la tierra adecuada, sino que tienen que convivir en estrecha simbiosis con un hongo en sus raíces, micorrizas. Algunas orquídeas, no éstas precisamente, casi ni realizan fotosíntesis y viven a expensas de los hongos. Otras por el contrario, que son epífitas, necesitan recibir luz también en las raíces, pues éstas cumplen también la función fotosintética.

Insectos, orquídeas y hongos son un precioso ejemplo de coevolución y una muestra de que hay que conservar la naturaleza en su conjunto y no como elementos aislados. Es, en definitiva, un ejemplo de la importancia de la Biodiversidad.