martes, 29 de septiembre de 2009

Algo tan simple o tan complejo como una rana verde

Llevo unas semanas intentando fotografiar una inmensa rana verde que tengo en el estanque, pero nunca he visto animal más desconfiado. Ni con el objetivo de 300 milímetros, a gran distancia, consigo hacerle una foto sin que salte de las hojas del nenúfar al agua. Luego permanece horas asomando apenas la cabeza en la superficie del agua como si me quisiese tomar el pelo. Supongo que una rana llega a ese tamaño en parte gracias a su desconfianza.
Con las ranas verdes de la península ibérica ocurre un fenómeno muy interesante: la hibridogénesis, algo complicada de explicar. De hecho, hoy voy a poner a prueba vuestra paciencia y mis dotes divulgativas y lo voy a intentar. La rana verde más común, y hasta hace poco creíamos que única en la península ibérica, es Pelophylax perezi. Pero resulta que estudiando la bioquímica y los cromosomas de distintas poblaciones de ranas se ha encontrado una "especie" diferente a la que se ha llamado Pelophylax kl. grafi. Esta "especie" apenas se diferencia a simple vista de una rana verde común. Alcanzan mayor tamaño y las membranas interdigitales y un tubérculo de la pata están más desarrollados, pero bajo la luz de las técnicas de laboratorio nos descubre un hecho muy interesante: En realidad, esa rana de Graf, no es una especie verdadera, por eso lo ponía entre comillas, sino un peculiar híbrido. Y por eso en su nombre científico están esas misteriosas siglas kl., son una manera reducida de decir "klepton", es decir "complejo hibridogenético", en el que se mezcla material genético de P. perezi y de P. ridibunda. No un simple híbrido en primera generación H1, sino procedente de hibridaciones sucesivas de "otras ranas" con la rana de Pérez. Si habéis superado la prueba de leer estos dos palabros, ahora viene el premio (o castigo) de seguir con la explicación.
P. ridibunda, por cierto, es una especie que no está presente en España, la hibridación proviene del sur de Francia en un periodo geológicamente tan reciente como después de las glaciaciones.
Otro dato interesante: la mayor parte de las ranas de Graf son hembras y, de todos modos, si se reproducen con machos de su "especie" no producen descendencia, sería un amor estéril.
¿Cómo crían entonces? Muy fácil, como viven en compañía de P. perezi, se cruzan con ellas y, entonces sí que producen abundantes y rollizos renacuajos que cuando sean mayores se convertirán en ranitas como su mamá (o papá) P. grafi.
Pero en ese proceso de hibridaciones sucesivas ¿cómo no se diluyen los caracteres de grafi para parecerse cada vez más a las perezi? ... ¡Ahí está el quid de la cuestión!
Para eso, paciente lector, te toca recordar las nociones de genética que estudiaste en la escuela, si es que lo hiciste. Y para ello, aquí estoy yo para dar un repaso rápido a lo más necesario.
Recordemos. Para que se desarrolle un nuevo individuo es necesaria la fecundación, mediante la unión de un gameto masculino (espermatozoide) y otro femenino (óvulo). Todas las células del cuerpo tienen una dotación doble de cromosomas (2n), y en el caso de estas ranas 2n es 26, pero los gametos tienen la mitad, es decir 13. En el humano, dicho sea de paso, 2n son 46.
Hasta aquí lo fácil y divertido, sobre todo las lecciones prácticas, lo malo viene después, y no me refiero a cuidar de la criatura, sino a la continuación de la explicación.
Vale, vale, vuelvo al tema. Las células "normales" se multiplican por dos en las mitosis, pero cuando se dividen para formar los gametos lo hacen por una división diferente, por meiosis, de manera que cada una de las células resultantes, óvulos o espermatozoides, tienen la mitad de los cromosomas. Además, y este es un asunto importante, antes de que se formen los gamentos el ADN procedente del padre se entremezcla (recombina) con el de la madre, de manera que los cromosomas recombinados tienen trozos de cada uno de los progenitores y no se mantienen cada cual por separado. Espero que el esquema que pongo a continuación con un solo par de cromosomas de ese teórico híbrido os valga para entenderlo. Represento el material genético procedente de P. ridibunda en color verde, mientras que el procedente de P. perezi lo dibujo anaranjado.

El híbrido de primera generación H1, tendría cromosomas con ADN procedente de las dos especies y en sus gamentos está entremezclado ese material, como se ve en el dibujo anterior. Cuando ese H1 se cruzase de nuevo con P. perezi allá por el sur de Francia después de las glaciaciones, es cuando se produciría la primera P. grafi.

La mitad de los cromosomas de la rana de Graf proceden del híbrido H1, por eso los dibujo con los dos colores, que están ya recombinados, y la otra mitad proceden de perezi, por eso los pongo solo de color naranja. Cuando llega el momento de formar gametos para que la rana de Graf se reproduzca, debería ocurrir la recombinación de sus cromosomas pero ¿que pasa? Pues que no, que no ocurre recombinación, es como si los cromosomas no se gustasen y se mantienen separados. Pero no solo eso, sino que la dotación genética procedente del parental perezi se pierde en el proceso. Resultado: que solo se producen gametos híbridos con cromosomas iguales a los que su antecesor recibió del híbrido original por un lado y los cromosomas de la última perezi con que se cruzó. Así, generación tras generación, las ranas de Graf conservan la dotación genética del híbrido pero necesitan cruzarse cada vez con una nueva rana de Pérez para tener descendencia y la dotación genética que aportan las perezi se pierde una y otra vez en el proceso de meiosis.
La distribución geográfica real de las ranas P. grafi es difícil de conocer ya que, como apenas se diferencian físicamente de las perezi, habría que hacerles análisis bioquímicos para reconocerlas. Y claro, no se pueden ir muestreando su bioquímica tan fácilmente, pero sí se han detectado en el sur de Francia, parte del País Vasco, Cataluña y Aragón.


Bueno, si habéis conseguido entender todo este galimatías me doy por muy satisfecho. Pero para que no os confíes demasiado tengo que daros una mala noticia: En el dibujo del primer H1 me he permitido una licencia, las cosas no son tan sencillas: El material genético de P. ridibunda no se consiguió por hibridación directa de un ejemplar de P. perezi y una P. ridibunda como he esquematizado, sino que procede de la hibridación de una rana de Pérez con otra rana distinta, P. kl. esculenta, que a su vez procede de otro complejo hibridogenético, esta vez de P. ridibunda y P. lessonae. Por eso más arriba decía "otras ranas". ¡Ale! os dejo ese dato para que lo vayáis digiriendo.

Y las malas noticias no terminan aquí. Y esta vez es en serio porque no me refiero a intentar entender el complejo hibridogenético de las ranas europeas, sino al hecho de que en España se han introducido Pelophylax ridibunda, Pelophylax kl. esculenta y Pelophylax lessonae, que potencialmente pueden hibridar con las ranas de Pérez, así como Aquarana catesbeiana (rana toro americana), que se puede comer a todas las anteriores y a muchos bichos más. Todas ellas han llegado a la Península en distintos intentos y fracasos por instalar granjas de ranas para la producción de ancas y han quedado en libertad de una u otra forma. Estas introducciones suponen un peligro para la supervivencia de las ranas y otros anfibios ibéricos autóctonos, pero también quizás la imposibilidad de estudiar un fenómeno evolutivo de gran interés como son los complejos hibridogenéticos naturales.

Todas las fotos están hechas en mi estanque en diferentes épocas del año y puede verse la diversidad de colores y diseños de P. perezi, pero ninguna es el ejemplar que me ha inspirado esta entrada.

martes, 15 de septiembre de 2009

Cuaderno de campo: notas de final de verano

Ahora que parece que el calor veraniego nos va a dar un respiro, nos damos cuenta de lo avanzada de la estación y que, en nada, tenemos el otoño encima.
En el estanque han aparecido con más abundancia las pequeñas libélulas rojas (los machos) y amarillentas (las hembras) de la especie Sympetrum striolatum. También las vi en plena primavera, pero no las fotografié. En realidad es entonces cuando emergen y se reproducen la mayoría de ellas. Algunas de las larvas que salen de esas tempranas puestas consiguen desarrollarse y emerger antes de que lleguen los fríos y posiblemente por eso las tengo de nuevo volando. Pero otras quedarán en el agua hasta el año próximo y las que ahora nazcan, igual.
Viven alrededor de las aguas estancadas de muy diversas calidades, aunque son muy viajeras y se pueden ver sobre campos secos y hasta hacer migraciones. Es la especie más común dentro de este grupo de libélulas y se diferencia por la manchas amarillas de los flancos, rodeadas por una fina línea negra.
Las plantas también cumplen con sus ciclos biológicos. Las zarzamoras regalaron sus frutos a pájaros y paseantes. Ya apenas si queda alguna que no esté picada o reseca. Las de casa tienen la ventaja añadida de no tener espinas, por ser una variedad de jardín. Este año han sido todas para los pájaros, solo las uso para hacer licor y aún me queda del año pasado. No somos muy de consumir alcohol.
Y también fructifica el serval, con sus frutillos de color anaranjado, típico árbol siempre citado como beneficioso para la avifauna, razón por la que está presente en mi jardín. La aves de mi zona no deben leer los libros y no se han enterado, porque se secarán en las ramas, como todos los años.
Igual pasa con los acebos, que aunque sus frutos duran en el arbusto casi todo el invierno, como esperando que las aves dispongan de ellos, nunca ocurre tal acontecimiento. Será que los urogallos me quedan muy lejos.
Y hablando de aves, ya se dejan ver en su paso otoñal, desde hace más de una semana, los papamoscas cerrojillos por los jardines del Museo, no por mi casa. Debe ser que las imponentes Maliciosa, Bola del Mundo, Peñalara y demás montes que quedan a nuestras espaldas, hacen de barrera y ellos prefieren pasar por algún valle más bajo.
Y ya se fueron las oscuras golondrinas y aviones comunes. Los nidos se les quedaron pequeños y menudo jaleo se montaba a última hora de la tarde. A la familia le tocó dormir fuera de la casa, en cables y carrizales. Así se fueron juntando primero en grupos familiares, luego en otros más numerosos y finalmente formaron esa masa crítica que les impulsó a salir volando rumbo a África, en busca de calor e insectos.
Estos de la foto no están en cables eléctricos sino en los de una grúa, que capté el año pasado en Panticosa, ya casi haciendo las maletas, ellos y nosotros. Son un ejemplo vivo de lo que los etólogos llaman "distancia de picoteo". Es decir, que se colocan equidistantes, donde no se llegan los unos a los otros. Cuando llega uno más y se pone en medio, provoca la recolocación de los demás. Poco a poco la Naturaleza nos va mostrando las señales del otoño, más claramente que cualquier calendario.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Otra vez avispas y abejas

Nunca antes les había prestado tanta atención a estos insectos, pero la verdad es que las anécdotas se suceden a mi alrededor y me dan la opción a compartirlas con vosotros.
Primero os muestro a una avispa común, Polistes, alimentándose de una Vanesa de los cardos, Cynthia cardui, que ha tenido un desafortunado encuentro con el frontal de un coche.

Es un fenómeno muy común que las avispas aprovechen ese recurso alimenticio, pero es que en el aparcamiento del Museo de Ciencias esa conducta ya está plenamente establecida y se repite, más que se transmite, de generación en generación desde hace varios años. Supongo que en otros aparcamientos ocurrirá lo mismo, fijaros vosotros mismos.

En cuanto los coches empiezan a llegar allí por la mañana, van lanzadas las avispas a revisar las parrillas de los radiadores. Es curiosísimo, apenas te da tiempo a salir del coche y ya están allí rebuscando en el frontal. También puede verse como van pasando de coche en coche, aparcados en batería, y como saben, o ven, cual es la parte delantera donde están los insectos arrollados. A los ojos de una avispa reconocer la parte delantera o trasera de un coche tiene su mérito, porque no todos los coches aparcan en la misma dirección. Les va la comida en ello.

La siguiente historia transcurre al lado mismo del aparcamiento pero arriba del edificio, en la parte de fachada del Museo que se aprecia en la siguiente foto:¿Que no distinguís nada? Bueno, luego me acerco un poco más. De momento os vale con saber que allí arriba, justo bajo el tejado, hay una colmena de abejas de la miel, Apis mellifera, que se han aprovechado a placer del nuevo jardín mediterráneo plantado en los alrededores.

Pero, fijaros ahora en la foto de detalle que pongo al lado. ¿Veis la mancha que baja por el lateral izquierdo del relieve en forma de columna? Pues es miel. Un buen día de julio empezó a chorrear por la fachada con una anchura entre 30 y 50 cm, llegando hasta el suelo para formar un buen charco. En la primera foto apenas se aprecia porque se ha limpiado, pero arriba, donde no se llegó en las tareas de limpieza, aún permanece.

Como la altura era más que considerable se avisó a los bomberos, no había forma de llegar hasta allí con seguridad. Se pensaba que un apicultor pudiese retirarlas, pero el diagnóstico fue muy malo, la colmena estaba en las últimas y por eso las abejas no fueron capaces de retener la miel acumulada. De otro modo ellas mismas se habrían encargado del taponado y reparación.

José María, compañero que además de carpintero en el Museo es apicultor, siguió todo el proceso y las ha vigilado con cariño, me dice que ya casi no se ven obreras entrar y salir, la reina ha debido morir. No ha habido opción de nuevas reinas y zánganos, la fecha se pasó, no hemos podido decir: La reina ha muerto... ¡Viva la reina!

Y por cierto, a ese panal de rica miel tampoco han acudido cienmil moscas, ni una ni dos, que yo haya visto.